Tuesday, October 30, 2012

EL AMOR DE DIOS DERRAMADO - DECIMA PARTE



DECIMA PARTE:
EL AMOR DE DIOS DERRAMADO
Romanos 5:5-8 “…el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. 6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. 7 Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. 8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”
De las 116 veces que la palabra amor aparece en el N.T. 75 veces pertenecen al Apóstol Pablo. Es él quien enfatiza el valor del amor como motivación para el creyente. El derramamiento del amor se efectúa mediante el Espíritu Santo y se trata de un acto creativo que enciende el amor en nosotros. Leemos en el texto que este amor se derrama, o sea fluye, inunda nuestros corazones y continuará haciéndolo para traer seguridad y regocijo constante.
Este amor fue derramado por el Espíritu que nos fue “dado” y no se trata de una conquista del hombre, sino de una provisión e iniciativa divina. El Espíritu Santo ya no está fuera de nosotros, habita ahora para siempre en nuestros corazones. El amor de Dios se puede derramar en nuestros corazones porque se derramó primero en el Calvario y se manifiesta por la muerte de Cristo.
Nuestra salvación no fue una cuestión de Dios darnos ejemplo, sino de llevar Él nuestra culpa en la cruz del Calvario. Es por eso que el amor está tan ligado al sufrimiento, porque Cristo sufrió el martirio la cruz y el dolor que nos correspondía a nosotros y todo lo hizo por AMOR. Su muerte fue una muerte redentora necesaria para el cumplimiento de las promesas de salvación.
También hay que entender que Cristo no murió por la gente buena sino por el pecador, los débiles y los enemigos de Dios. Éramos hombres débiles, muertos, pero esto ha sido cambiado porque Cristo puso su vida por nosotros en la Cruz del Calvario. Esa muerte de Jesucristo nos muestra que Dios nos ama. Entonces, ¿De qué está hablando Pablo? que la manifestación suprema del Amor es Jesucristo mismo.
Éramos enemigos, impíos, pero Dios, en la reconciliación, lo ha cambiado todo, porque reconciliar = significa, cambiar completamente. En lugar de mostrar su ira, la descargó sobre Cristo en la cruz y de esa forma hemos sido reconciliados por amor. Este es el amor de Dios, un amor que rescata, que salva, que guarda. Este es el amor que ha sido derramado por el Espíritu en nuestros corazones.
A través de este amor, Dios nos hace participes de la naturaleza divina. No estamos hablando de un amor humano sino de un amor divino que tiene como propósito transformar la vida del hombre. El amor de Dios comienza resolviendo el gran problema del pecado. Hay una relación directa entre el amor de Dios y el pecado. Es que el amor de Dios está asociado con el perdón del pecado.
Entonces la posición del hombre ante Dios ha cambiado, eran enemigos, ahora han sido reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo (Romanos 5:10). Su posición espiritual ha cambiado porque “hemos sido trasladados de las tinieblas a Su luz admirable.” I Pedro 2:9 Este amor se derrama en el corazón para que el hombre reaccione. El amor de Dios tiene que desplazar el ego del hombre para entronizar a Cristo en el corazón.


Entronizar a Cristo implica que buscaremos conocer su voluntad en toda circunstancia y en toda crisis. ¿Por qué esto es importante? Porque cuando cedemos, cuando renunciamos a nuestra voluntad, no la perdemos, la enriquecemos, ya que nadie tiene para tu vida un plan mejor que el de Dios. Es un plan Divino, que no le abandonará y le conducirá a nuevas áreas de devoción y servicio. El te quiere dar nuevos motivos de oración, nuevas metas espirituales, abrir nuevas puertas. El poder de Dios no puede actuar cuando es impedido por la carnalidad y la mundanalidad. Romanos 8:39 “Nada ni nadie nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.
Lo primero que tenemos que saber es que el mundo es un sistema que opera influenciado por Satanás y está diseñado para llamarnos la atención, para atraernos, para seducirnos con el vestido atractivo de la fama, el poder y el placer. Es un sistema que ha ignorado a Dios y olvidado sus mandamientos. El pecado ejerce una poderosa influencia en la naturaleza del hombre y por eso el apóstol Juan concluye que: El mundo está bajo (el control) del maligno” 1ª Juan 5:19.
Los cristianos no debemos dejarnos guiar por la influencia de las cosas del mundo ya que la mundanalidad es cualquier cosa que haga que el pecado parezca atractivo y que la justicia de Dios parezca una tontería. Somos mundanos siempre que vivimos, amamos y tomamos decisiones igual que la gente que no ama a Dios.
Las palabras del apóstol son categóricas. Su consejo no es “no améis demasiado al mundo”, sino “no améis nada del mundo”. Para dar relevancia a sus palabras, agrega “Ni las cosas que están en el mundo”. Las cosas del mundo son generalmente la trampa que atrae y seduce a los hijos de Dios.
Pablo dice, acerca del diablo y sus métodos engañosos para estorbar al cristiano: pues no ignoramos sus maquinaciones” 2ª Corintios 2:11. Es fácil permitir que el mundo nos intoxique y perturbe nuestra mente. Pero debemos resistir la influencia que ejerce sobre nosotros. Por otro lado, no significa que los cristianos han de ser apáticos y antisociales. Mientras estamos en el mundo, estamos bajo la obligación y necesidad de hacer vida normal con los demás, pero no debemos olvidar que los valores y ambiciones del cristiano son otros.
El cristiano es uno que ha dejado al mundo y se ha unido a Jesucristo. Los cristianos somos los que, hemos comprobado que el mundo nos conduce cada vez más lejos de Dios. El mundo ama y busca cosas muy distintas a las que Dios pide. Por ejemplo, el mundo busca a los grandes, a quienes se destacan por sus posesiones, por su intelecto brillante; el mundo reconoce y busca a los que sobresalen por sus dotes personales, por su personalidad atrayente, su preparación académica y más aún, aquellos que tienen “status” sobre los demás.
En cambio, Dios busca a quienes la sociedad desprecia y tienen poco valor, para mostrar en ellos toda Su gracia, misericordia y benevolencia. Así se lo recordó el apóstol a los corintios, que estaban engañados por la falsa sabiduría de su cultura griega: “Porque mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, no muchos poderosos, no muchos nobles: Antes lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo flaco del mundo escogió Dios, para avergonzar lo fuerte. Y lo vil del mundo, y lo menospreciado escogió Dios; y lo que no es, para deshacer lo que es: Para que ninguna carne se jacte en su presencia” 1ª Corintios 1:26-29
El cristiano que lee la Palabra de Dios sabe muy bien que la conducta cristiana y la conducta mundana son dos estilos de vida que transitan por caminos paralelos pero que nunca convergen, nunca se pueden unir. Aún los que no son cristianos reconocen y esperan de los hijos de Dios una norma de vida mucho más elevada. Pero la desgracia de muchos cristianos es que rebajan las normas cristianas para acoplarse o moldearse con el mundo, olvidándose (tal vez) que tal cosa es, precisamente, lo que Dios condena en las Escrituras: “No os conforméis a este mundo” Romanos 12:2
No se puede amar a dos señores y complacer a ambos a la vez. Después de 40 años peregrinando por el desierto y habiendo guiado al pueblo a conquistar la Tierra prometida, Josué convocó al pueblo para enfrentarlo a la gran decisión de su vida: “Si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová” Josué 24:15




EL MUNDO Y SUS DESEOS PASAN
No importa cuánto placer, bienes y regalos recibamos del mundo. El mundo y sus deseos pasan. Salomón fue el hombre que más conoció el mundo y sus pasiones. Él mismo dijo: “No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni privé a mi corazón de placer alguno” Eclesiastés 2:10 Pero el mismo Salomón, que viajó por todas las avenidas del poder, la vanagloria y de las pasiones humanas, tuvo que exclamar, como testimonio a la posteridad: “Todo es vanidad”. Todo lo que el mundo produce y ofrece al hombre, es temporal y al final nos deja con una profunda sensación de insatisfacción y frustración.
El mensaje fundamental de Salomón en su libro Eclesiastés, el cual concluyó con estos sabios consejos: “El fin de todo discurso que has oído es: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Pues Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa oculta, sea buena o sea mala” (Eclesiastés 12:13-14).




TODO LO QUE HAY EN EL MUNDO NO PROVIENE DEL PADRE
El hombre lucha por ser el dueño de su vida y su destino. Santiago. 4:4 Cuando un creyente comienza a simpatizar con las cosas del mundo, su comunión con el Señor comienza a disminuir. El mundo es un seductor que trata de atraer nuestra atención y nuestra devoción. Se halla tan cercano, tan visible y tan tentador, que eclipsa nuestra visión del cielo. Y allí es donde surge el conflicto, porque agradar al mundo no coincide con agradar a Dios.” “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen; y a ellos hará conocer su alianza” (Salmo 25:14).

 


LA UNCION DEL ESPIRITU SANTO - NOVENA PARTE




                                                                                                                                                              
NOVENA PARTE:
LA UNCION DEL ESPIRITU SANTO
Si de algo debemos tener conocimiento en nuestro caminar con Dios es acerca de la unción del Espíritu Santo. Para entender este punto es necesario conocer que en el Antiguo Testamento las personas que eran dedicadas a Dios; los reyes, los profetas, sacerdotes y el sumo sacerdote, eran ungidos con aceite. También los lugares de la morada de Dios y los utensilios sagrados eran ungidos con aceite.
Esta unción con aceite del A.T. anticipaba otro gran ministerio del Espíritu Santo que siglos más tarde tomaría lugar al ser derramado sobre la iglesia para: darle vida, habitar, capacitar, sellar, unificar, santificar y fortalecer al creyente.
La palabra unción es bien conocida en la Biblia tanto en el Viejo como en el Nuevo Testamento. El vocablo hebreo MASIAH como el arameo MASIHA significa el ungido. De igual manera en español es MESIAS y en Inglés MESSIAH y en griego es CHRISTOS, que también significa el ungido. La unción consistía en aplicar aceite mediante derramamiento o rociamiento. Todo creyente en Cristo ha recibido la unción debido al cumplimiento de una gran promesa de Dios.
En el Nuevo Testamento el vocablo CHRISTOS, se aplica al Señor Jesucristo como un titulo. Esto lo podemos ver evidenciado en: Mateo 24:5 “Porque vendrán muchos en mi nombre diciendo: Yo soy el Cristo y a muchos engañarán.” Es importante señalar que esta unción se ha recibido a través del verdadero Ungido y verdadero templo de Dios que es el mismo Señor Jesucristo.
El Espíritu Santo no es el que realiza la unción.
El mismo es la unción y ha venido a habitar en el creyente para hacer su residencia permanente. I San Juan 2:20 “Pero vosotros tenéis la unción del Santo y conocéis todas las cosas.” Todo creyente es un sacerdote porque ha sido limpiado y ha sido ungido con el Espíritu Santo. Este privilegio de la unción del Espíritu Santo lo tiene todo creyente.
En la iglesia de Jesucristo no existe una elite de gente iluminada. La gente que enseña la Palabra no tiene otro camino que el estudio serio, sistemático y profundo de la Palabra de Dios. La unción no estimula jamás la pereza. Todo creyente que quiera ministrar a los santos debe interesarse en averiguar lo que dice la Palabra de Dios.
Dentro de su tarea como maestro, el Espíritu nos presenta a Cristo a nuestra propia alma y hay que entender que este es el método divino para hacernos crecer. Dios concede la habilidad de penetrar el significado espiritual de las Escrituras. Se trata de crecer en cuanto a los tesoros de sabiduría y conocimiento que están escondidos en Cristo.
I Juan 2:27 “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas y es verdadera y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.”
Estos tesoros de conocimiento están escondidos en Cristo, con un propósito, de que sean revelados. Por lo tanto el creyente tiene que profundizar en las Escrituras. No todas las riquezas de la Palabra se encuentran en la superficie de la lectura. Siempre, el Espíritu Santo te va a mostrar a Cristo en la Palabra. Todo creyente que venga a la Biblia con un corazón abierto, puede extraer la verdad inmutable de la Palabra y guardar del error que destruye el alma.
¿Por qué hay tantas religiones? Porque hay diferentes interpretaciones que no tienen la unción del Espíritu Santo. Esta iluminación la hace el Espíritu Santo a cada creyente.
II Corintios 1:21 “que el que nos ungió es Dios”. Hizo que compartiéramos la unción. En todo lo que el creyente hace, tiene que evidenciarse que está la unción actuando. Ha sido Dios, primeramente quien ha establecido a los creyentes en Cristo. Es por esta razón que Dios ha podido decir en el Salmo 105:15 “No toquéis dijo a mis ungidos ni hagáis mal a mis profetas.” Lo mismo que en I Crónicas 10:22 “No toquéis dijo a mis ungidos”. Cada hombre que tiene la unción es distinguido del resto del mundo. Pero si sus labios y su corazón no evidencian la unción y la dependencia del Espíritu Santo su Palabra no echara raíces en los corazones. El creyente tiene que despojarse de su suficiencia, para depender de Dios por todo el curso de su vida. Dios no puede bendecir toda obra que se apoya en la carne ya que una mente auto satisfecha no es nunca la mente de Cristo.

Éxodo 30:31-32 “Mi aceite de la santa unción…no será derramado sobre carne.” Dando a entender que la unción es sagrada y es para exaltar a Dios. El sacerdote ungido tiene que despojarse de toda carnalidad, de toda suficiencia personal. Recuerde todo servicio en la carne es rechazado por Dios. Dios no acepta holocaustos, ni sacrificios, ni alabanzas carnales. Si no se hace con la unción del Espíritu Santo se perdió el tiempo.




LA UNCION ES PARA TRABAJAR:
“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; 2 a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová…” (Isaías 61:1,2)
El profeta Isaías, 700 años antes de Cristo, profetizó acerca de Jesús, quien iba a ser el que tuviera el Espíritu de Jehová sobre él y la UNCION para el trabajo que realizaría con el hombre. Jesús mismo confirmó esto cuando él mismo lo anunció en la sinagoga de Nazaret:
“Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. 17 Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: 18 El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; 19 A predicar el año agradable del Señor. 20 Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. 21 Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.” (Lucas 4: 16-19)

Esta palabra se cumplió y Jesús de Nazaret se convirtió en el Cristo Redentor, en el Ungido de Dios para dar buenas a los pobres, sanar a los quebrantados de corazón, pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos y a poner en libertad a los oprimidos.  




LA UNCION ES PARA LA VICTORIA:
1 Crónicas 14:8-17 Oyendo los filisteos que David había sido ungido rey sobre todo Israel, subieron todos los filisteos en busca de David. Y cuando David lo oyó, salió contra ellos. 9 Y vinieron los filisteos, y se extendieron por el valle de Refaim. 10 Entonces David consultó a Dios, diciendo: ¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Y Jehová le dijo: Sube, porque yo los entregaré en tus manos. 11 Subieron, pues, a Baal-perazim, y allí los derrotó David. Dijo luego David: Dios rompió mis enemigos por mi mano, como se rompen las aguas. Por esto llamaron el nombre de aquel lugar Baal-perazim. 12 Y dejaron allí sus dioses, y David dijo que los quemasen. 13 Y volviendo los filisteos a extenderse por el valle, 14 David volvió a consultar a Dios, y Dios le dijo: No subas tras ellos, sino rodéalos, para venir a ellos por delante de las balsameras. 15 Y así que oigas venir un estruendo por las copas de las balsameras, sal luego a la batalla, porque Dios saldrá delante de ti y herirá el ejército de los filisteos. 16 Hizo, pues, David como Dios le mandó, y derrotaron al ejército de los filisteos desde Gabaón hasta Gezer. 17 Y la fama de David fue divulgada por todas aquellas tierras; y Jehová puso el temor de David sobre todas las naciones.
Para poder tener un buen concepto de lo que está aconteciendo en este pasaje de I Crónicas 14:8-17 es necesario saber que los filisteos eran una fuerza poderosa. Los filisteos tenían un buen ejército que constantemente invadía la tierra de Judá. Ellos no tenían derecho alguno de estar en ese lugar, esta era la tierra de Israel. Esta era la tierra que le pertenecía al pueblo de Dios, pero ellos estaban determinados en robarse lo que Dios le había entregado al pueblo de Israel.
En cuanto los filisteos se enteraron que David había sido ungido como el rey, ellos enseguida se movilizaron y atacaron. Si analizamos lo que le sucedió a David en este instante pronto veremos que no existe mucha diferencia entre él y muchos de nosotros. Digo esto porque sé que todos los que estamos aquí fuimos ungidos por Dios y al acontecer esto, fuimos atacados por el enemigo.
Hermanos, Dios en su infinita gracia y misericordia ha perdonado nuestros pecados, Él nos ha limpiado, y Él nos ha bendecido. Pero te digo en el día de hoy que una vez que recibimos este regalo perfecto de Dios, este regalo no merecido, el enemigo movilizó sus fuerzas. La Palabra de Dios nos advierte esto claramente en Efesios 6:12 cuando leemos Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.”
Pero el hecho de que recibamos la unción de Dios no significa que todo será de color de rosa. Existen muchas personas que son rápidas en juzgar, existen muchas personas que no tienen un buen entendimiento del verdadero significado del ser ungido. Existen muchas personas que piensan que el ser ungido, que el obtener la unción de Dios significa que nunca más caeremos, que nunca más seremos atacados. Esa manera de pensar es el error más grande que se puede cometer, digo esto porque ser ungido por Dios atrae la oposición. ¿Cómo así? Esto me conduce al primer punto que quiero aclararles acerca de la unción.
La Palabra de Dios nos dice en el versículo ocho: "Cuando los filisteos oyeron que David había sido ungido rey sobre todo Israel, subieron todos los filisteos en busca de David. Cuando David oyó esto, salió contra ellos". Aquí vemos claramente que el ser ungido atrae la oposición, que el ser ungido significa que seremos atacados con más frecuencia. Aquí vemos que David no fue elegido, no fue seleccionado, David fue ungido. David fue ungido por Dios para que fuese el rey de esta nación.
El enemigo quiere, tal como quiso aquí con David, socavar la obra de Dios en nuestra vida. Mateo 10:22 cuando dijo “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.” No pensemos por un minuto que no seremos perseguidos por el enemigo, sino más bien esperémoslo. Pero esta misma unción que nos causa que seamos despreciados, que nos causa que seamos perseguidos, que seamos atacados, es la misma que nos levantará a un lugar de victoria.
1 Juan 4:4 cuando leemos Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” Esto me conduce al segundo punto.
La Palabra de Dios nos dice: "Entonces David consultó a Dios diciendo: -¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Y Jehová le respondió: -Sube, porque los entregaré en tu mano." Aquí existe un detalle de suma importancia, aquí existe un detalle que tenemos que notar muy bien. Tenemos que fijarnos bien porque aquí encontramos un ejemplo primordial del caminar en la unción de Dios.
David no reaccionó en la carne, él no montó una ofensiva inmediata, él no atacó al ejercito filisteo que había invadido su reino, él "consultó a Dios". El oró para que fuera Dios quien le guiara a través de esta prueba, para que fuera Dios quien le guiara a través de este ataque. En medio de la oposición, en medio de la emergencia, David acudió a Dios. Cuando aprendemos a caminar en la unción, la unción nos dirige a lo que tenemos que hacer. David no se presentó ante Dios con un plan de ataque predeterminado, no le presentó una estrategia de cómo iba a atacar al enemigo.
David le preguntó lo que debía hacer. Esto es algo que muchos no hacemos. La mayoría de nosotros cuando nos enfrentarnos a un problema o dificultad, si consultamos a Dios (algo que en muchas ocasiones no hacemos) lo hacemos normalmente con un plan o estrategia en mente. En otras palabras, reaccionamos al problema tomando una determinación y luego le pedimos a Dios consejo y bendición.
Luego le pedimos que nos guíe a través de una situación que en la mayoría de los casos nosotros mismos hemos agravado. Pero este no fue el caso de David, el oró y Dios respondió. David no quería que fuese su voluntad, él no quería que fuesen sus planes, él quería que fuese Dios quien lo guiara y dirigiera en todo momento. David no le presentó un plan de ataque a Dios, él le pidió un plan de ataque a Dios. Él oró y Dios le respondió, él oró y Dios le guió, él oró y Dios le entrego el plan de ataque a seguir. Esto me conduce al tercer punto.
La Palabra de Dios nos dice: "Subieron a Baal-perazim, y allí los derrotó David. Entonces dijo David: -¡Dios ha irrumpido contra mis enemigos por mi mano, como irrumpen las aguas! Por eso llamaron el nombre de aquel lugar Baal-perazim." Quiero que noten bien el plan que Dios le dio, porque es algo que todos debemos aprender. Aquí es que vemos el poder de la unción manifestado; como pudimos ver, los filisteos comenzaron su ataque en el valle de Refaím. Pero fíjense bien que Dios no guió a David a donde había sido el ataque, Dios le guió a un lugar completamente diferente.
Si David se hubiese dejado guiar por los primeros instintos, si hubiese actuado como muchos de nosotros hacemos cuando reaccionamos a los problemas, quizás las cosas no hubiesen acontecido igual. Pero David le pidió a Dios el plan de ataque, él confió en Dios, y Dios le guió al lugar donde recibiría la victoria. El ataque comenzó en Refaím pero Dios le guió a Baal-perazim y en ese lugar le entregó la victoria. Si no nos dejamos guiar, si no permitimos que la unción de Dios nos conduzca a través de nuestras batallas, entonces estamos haciendo las cosas fuera de la voluntad de Dios.
Isaías 55:8-9 cuando leemos “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. 9 Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” Dios sabía dónde estaría el enemigo de David, Él sabía el lugar exacto donde David podría derrotarles. Igualmente con nosotros. Cuando caminamos en la unción de Dios, cuando nos dejemos guiar por el Espíritu Santo que mora en nosotros, Dios nos guiará al lugar de victoria. Dios nos guiará al lugar exacto donde podremos obtener la victoria sobre cualquier situación o dificultad.
En la unción que nos movemos en el día de hoy no es necesariamente la misma que necesitaremos mañana, y es por eso que necesitamos unción fresca. Fíjense bien lo que aconteció; "Los filisteos volvieron a extenderse por el valle. 14 Entonces David volvió a consultar a Dios, y Dios le dijo: -No subas tras ellos, sino rodéalos y alcánzalos frente a los árboles de bálsamo. 15 Y sucederá que cuando escuches el sonido de una marcha en las copas de los árboles, sal a la batalla; porque Dios saldrá delante de ti para derrotar al ejército de los filisteos. 16 David hizo como Dios le había mandado, y derrotaron al ejército de los filisteos desde Gabaón hasta Gezer".
Ellos fueron derrotados una vez, pero no aprendieron su lección. Igual sucede con nosotros. Podemos ganar una batalla, pero el enemigo no se dará por vencido, el enemigo continuará con sus ataques. David volvió a orar y Dios le volvió a guiar. Dios derramó de su santa unción nuevamente sobre su ungido. Unción fresca para una batalla nueva. Necesitamos recibir unción fresca de Dios en todo momento. Necesitamos unción fresca para poder enfrentarnos al enemigo, para poder derrotarle en toda situación. Dios quiere derramar de Su santa unción sobre nosotros para que podamos movernos en contra de toda oposición en nuestra vida, y nuestra familia. Dios quiere derramar unción sobre nosotros, pero tal como David, tenemos que estar atentos para recibirla.
Para concluir. Dios quiere ungirte en el día de hoy, Dios quiere derramar su unción sobre cada uno de nosotros. Dios quiere guiarnos hacia el lugar de victoria. La unción de Dios le entregó la victoria a David, y nos entrega la victoria a nosotros. Cuando caminamos en la unción de Dios no existe problema que no podamos solucionar, no existe batalla que no podamos ganar, no existe territorio que no podamos conquistar.
Al inicio les pregunté si sabían porque oraba pidiéndole a Dios que derramara unción fresca sobre ustedes, hermanos la razón es porque la unción de Dios es capaz de romper todo yugo y capaz de quitar toda carga. Fíjense bien como dice Isaías 10:27 “Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción. La unción de Dios quebrantará todo plan del enemigo. Deje que Dios le guie, El le llevará a lugares que usted nunca soñó.